Beatriz Giovanna Ramírez en Pincelada rosa

sábado, 27 de agosto de 2011

Francisco Javier Irazoki: “No necesito poseer cosas, sino cuidarlas”



FRANCISCO JAVIER IRAZOKI: “No necesito poseer cosas, sino cuidarlas”
BEATRIZ GIOVANNA RAMÍREZ [mediaIsla] | Boris Vian y los escritores del grupo Oulipo han conseguido que todo un país, Francia, les agradezca una literatura que no huele a cárcel. Existe unanimidad al respecto. Lo mismo ocurrre con el cantante Georges Brassens.
Escucho a Rokia Traoré para ponerme a su ritmo y seguirlo desde mi espacio. Francisco Javier Irazoki, escritor, músico virgen, lleva encendida la alarma poética. Trata la vida con la delicadeza de las palabras cuidadas, con las formas que evocan la belleza, la precisión y el sonido. Desde París escribe con memoria, hondura y convencimiento.  

El poeta Francisco Javier Irazoki (Lesaka, Navarra, 21 de octubre de 1954) fue periodista musical en Madrid. Colaboraba en revistas como Disco Expres (bajo la dirección de Erwin Mauch) y El Musiquero (dirigida por José María Iñigo). Formó parte de CLOC, grupo de escritores surrealistas. Desde 1993 reside en París, donde ha cursado estudios musicales: Armonía y Composición, Historia de la Música, etc.
Como escritor, sus primeros poemarios editados fueron Árgoma (Estella, 1980) y Cielos segados (Universidad del País Vasco; Leioa, 1992), que incluía los tres volúmenes de versos escritos hasta esa fecha: Árgoma (1976—1980), Desiertos para Hades (1982—1988) y La miniatura infinita (1989—1990). Más tarde, Irazoki publicaríaNotas del camino (Javier Arbilla Editor; Pamplona, 2002, con fotografías de Antonio Arenal), el libro de poemas en prosa Los hombres intermitentes (Hiperión; Madrid, 2006) y La nota rota (Hiperión; Madrid, 2009), cincuenta semblanzas de músicos de épocas muy variadas. La Asociación de Escritores Extremeños y la Junta de Extremadura editaron en 2010 dos antologías—plaquettes de Irazoki.
Publica su columna Radio París en El Cultural, suplemento del diario El Mundo. 
—En crisis hasta la música que se escucha es triste. ¿Qué música escucha? 
—En los tiempos más recientes he escuchado pocos discos. Misterio. Sí acudí a varios conciertos en Nueva York y fue especialmente emotivo ver y escuchar a McCoy Tyner, Ravi Coltrane, Gary Bartz. En el local Blue Note los músicos tocaron atentos a un McCoy Tyner susurrante, con el cuerpo disminuido por la edad, pero de delicadeza tan joven como cuando acompañaba a John Coltrane. Entre compases finos descargaba dos o tres acordes de forzudo musical. Pero lo mejor de la noche nos lo dio Gary Bartz. Rojo y sin tristeza, extrajo de su saxo una música al mismo tiempo serena y desesperada.   
—¿Cuál es la sustancia vital del poema? ¿Qué elemento considera necesario para que un poema sea universal? 
—La pequeña verdad personal es la sustancia. Que las palabras, bien pulidas, apenas se vean bajo el peso verdadero que transportan. El poema principal llega empapado de vida y con pocas adherencias. Por otro lado, me dan miedo los vocablos que tienen corpachón de tanque. Un ejemplo es la palabra “universal”, tan hinchada. Sólo me acerco a ella para pedirle oxígeno cuando los patriotas trazan los límites de la dichosa identidad. 
—Sé que le gusta el detalle, lo minúsculo, que colecciona cosas que le proporcionan felicidad. ¿Guarda algún “hombre intermitente”? ¿Conserva de la niñez algún tesoro? 
—Mi infancia fue luminosa, y en ella decidí no conservar nada material. No necesito poseer las cosas, sino cuidarlas. Para mí, el “hombre intermitente” se vuelve invisible cuando su experiencia amorosa es fallida; con el desamor tenemos la transparencia de los desaparecidos. 
—¿En qué, cómo y dónde se refugia para encontrar la serenidad, para escribir poesía? 
—Sin refugiarme, de manera natural, llevo encendida la alarma poética. Ha sido mi forma de vivir. A veces los sonidos de esa alarma son las frases escritas en un folio. En otras ocasiones recibo una sacudida que aún no he aprendido a traducir con palabras. 
—¿Esas sacudidas las transforma en impresiones musicales? 
—No. Por ahora, soy un músico virgen. Cuando estudiaba Armonía, entregué semanalmente breves composiciones que eran corregidas en el conservatorio. Adquirida la técnica de escritura, todo lo compuesto sonaba coherente y con belleza convencional. Pero ¿dónde expresaba mis placeres y angustias? Fíjese en cualquier viejo bluesman. Usa combinaciones muy elementales, de infancia musical, y nos emociona con su autenticidad.   
—Casi dos años después de su artículo en El Cultural sobre Boris Vian ¿diría algo más?  
—Boris Vian y los escritores del grupo Oulipo han conseguido que todo un país, Francia, les agradezca una literatura que no huele a cárcel. Existe unanimidad al respecto. Lo mismo ocurrre con el cantante Georges Brassens. Boris Vian, que desde los doce años vivió amenazado por la mala salud, sonreía aunque la realidad lo obligase a hacerlo a dos palmos de un abismo. Me gusta su irreverencia incompatible con los lugares comunes. Con él confirmo una de mis escasas convicciones sociales: no existe justicia si no está entreverada de dudas y flexibilidad. La rigidez de una fe política o religiosa me sigue pareciendo la prueba de su inconsistencia. 
—Eduardo Punset me tiene atrapada en su último libro… Y me preguntaba al leer su obra, Francisco Javier, por la “realidad”. Porque para representar la realidad nos servimos de palabras. Vocablos que no se parecen nada al objeto que representan. Creemos en la verdad… La verdad es que no hay nada más incierto. ¿Cuál es la versión más real —sé que es subjetivo— que ha leído en poesía?  
—Bastantes textos de César Vallejo. Recuerde su poema “Considerando en frío, imparcialmente”. Y cada verso de “Poeta en Nueva York”, de Federico García Lorca. He sentido que la hondura de sus páginas viene directamente de una nobleza interior. La literatura como necesidad; sin tener en cuenta las repercusiones, los fervores, la decepción. Ahí hasta el aplauso es una mala música. 
—¿Qué autor lo conmueve?  
—Muchos, pero Félix Francisco Casanova es el mejor amigo invisible. 
—¿Sobre qué escribe actualmente? 
—Escribo un nuevo libro de poemas en prosa, Los descalzos, una especie de continuación de Los hombres intermitentes. Otro volumen completará la trilogía. Después quisiera redactar algunos cuentos y novelas. Ojalá haya tiempo, porque no disminuye mi lentitud. 
—Salvador Robles escribió “Contra el cielo”, una novela homenaje a las víctimas del terrorismo. Lo menciono porque él, sin eufemismos, muestra cómo se retuerce el lenguaje en la boca de unos fanáticos. ¿Cree que una sociedad puede superar la connivencia (el silencio cómplice) de miles de sus ciudadanos con la ignominia y la barbarie? 
—No creo en la calidad de un perdón nacido de la desmemoria. Por eso es importante un libro, Vidas rotas, donde Rogelio Alonso, Florencio Domínguez y Marcos García Rey cuentan la historia de cada víctima de ETA. También, en nombre de muchos ciudadanos de dignidad anónima, me convence Maite Pagazaurtundúa, que desde muy joven ha defendido la democracia dejando claro que la ética debe imponerse al miedo. Allá donde ETA levante su copa de insensibilidad, y la tribu brinde o diga que cincuenta años de sangre no son nada, ese libro y esa mujer van a ser dos espejos justos. | BEATRIZ GIOVANNA RAMÍREZ, poeta colombiana residente en España.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Beatriz Giovanna Ramírez en la radio cultural de la “Unión Hispanomericana de Escritores”

El lunes 23 de agosto sostuve una charla muy amena en la radio cultural de la “Unión Hispanomericana de Escritores” con el escritor José Francisco Mejía. Un diálogo que hoy comparto agradecida en este blog “Pincelada rosa, entre vistas”. Espero que les resulte interesante y que disfruten de la lectura de mis poemas y microrrelatos.  También, estimados amigos, comparto  la alegría de mis nuevos proyectos  literarios y las publicaciones que están próximas a salir.



sábado, 13 de agosto de 2011

Paloma Blázquez Crespo y Viviana Cecilia Atencio: “Hablemos de poesía”



Beatriz Giovanna Ramírez [mediaIsla] | PALOMA“No creo en el feminismo enfrentado al machismo como una repuesta radical”. VIVI: “La referencia “segundo sexo” es por supuesto una falacia en sí misma, con dejos arcaicos y primitivos bíblicos.” 
Paloma Blázquez Crespo y Vivi Cecilia Atencio Arrojas, prefieren dejar en el anonimato ciertos aspectos de su vida personal y literaria, su interés está enfocado en “la producción” que asumen, habla por sí misma.  
Paloma le propuso un día a Vivi acompañar uno de sus poemas con un dibujo de ella. Al contemplar la fusión, inmediatamente percibieron la empatía mágica del tándem.  A partir de entonces, crean un proyecto creciente de colaboración artística, literaria y activista. Dos de sus libros son Aeri Aquae El árbol en llamas
Con ellas he decidido intentar el siguiente diálogo sobre literatura y mujeres. 
BEATRIZ: La literatura está dividida por “géneros”, ¿existe una tradición en la “escritura femenina”?  
PALOMA: El arte en general es divido en géneros o istmos. Apenas existe tradición en la participación de la mujer en el mundo de las artes. En primer lugar porque la tradición  impedía que las mujeres fueran artistas, en segundo lugar aun cuando ha habido muchísimas su obra apenas ha tenido difusión, proyección, más allá de una mera anécdota, incluso algunas utilizaron un seudónimo masculino para poder escribir, en el caso de las artes plásticas la autoría de sus obras es atribuida en algunos casos a un artista hombre. Y en tercer lugar aunque esta situación tradicional ha cambiado, no es ni suficiente ni igualitaria. 
VIVI: Si existe la división de géneros no es porque las mujeres lo hayamos buscado, sino porque la literatura es un reflejo de la historia, del dominio masculino del poder del estado y de la sociedad. Así, las mujeres fueron relegadas durante años de la alfabetización, de la formación universitaria, y las pocas que podían llegar a las artes en general solían ser mujeres que habían tenido la suerte de nacer en una familia burguesa o pequeño burguesa. Eso se ve perfectamente reflejado en que las mujeres han podido llegar, dentro de la literatura particularmente, a la poesía o a la literatura narrativa tocando géneros de tipo amoroso o romántico pero el ensayo, la filosofía, ha tenido muy pocas mujeres que lo aborden (y tardíamente: Flora Tristán, Simone Bayle, Simone de Beauvoir, por darte algunos nombres). ¿Y cómo iba a ser de otro modo, si la mujer era relegada al ámbito doméstico en todas las capas de la sociedad, no podía si quiera votar ni ocupar cargos públicos? Y aquellas mujeres que pasaron a ocupar puestos de trabajo en las fábricas tras la revolución industrial (en general del ámbito textil) eran semianalfabetas en el mejor de los casos, y debían compatibilizar su trabajo con las tareas domésticas o los hijos. Las mujeres que tenían el lujo de producir en el ámbito de la literatura, el periodismo o las artes plásticas eran tapadas por los hombres, pues que eran ellos quienes tenían el dominio de las esferas del poder político y económico. Una misión imposible que, si bien ha evolucionado positivamente, aún no es de ninguna manera equitativa, puesto que esta desigualdad permanece enquistada en la cultura occidental y terriblemente arraigada en países orientales de religión musulmana que hacen, por ejemplo, que estas actividades sean incluso consideradas delictivas y penadas con la muerte. Mucho aún por hacer en esta desigualdad endémica que se reduce muy lentamente, en muchos casos agónicamente… Por ello la tradición que tenemos es mucho menor que la masculina y en cuanto el género ha sido más bien impuesta por y no elegida. 
BEATRIZ: “Segundo sexo”: producto cultural que se ha construido socialmente, ¿qué hace falta para el cambio en las artes, la sociedad y la política? 
PALOMA: No creo en el feminismo enfrentado al machismo como una repuesta radical. La opción viable para un cambio total tiene que producirse dentro, es decir son las mujeres las que deben librarse de esa mentalidad machista que han propagado y que continúan haciéndolo. Para el sexo femenino su rival es su propio sexo, no ocurre lo mismo con los hombres que aunque compitan se protegen. Hay altos índices incluso en los países desarrollados de maltrato de género continuado con consecuencias de asesinato en la mayoría de los casos, por no hablar de los países menos desarrollados. Las religiones tienen una total responsabilidad, continúan propagando esta desigualdad e inferioridad. La actuación política se remite a un lavado de cara aparente pero sin soluciones contundentes llevadas a la práctica. Cualquier puesto debería estar ocupado por la persona más capacitada indistintamente de su sexo e igualmente involucrados con cargas repartidas ambos en los aspectos que conciernen al ámbito familiar. El cambio debe producirse directamente en nuestro propio entorno.  
VIVI: La referencia “segundo sexo” es por supuesto una falacia en sí misma, con dejos arcaicos y primitivos bíblicos. Es un concepto producto de la hegemonía del poder político, económico, cultural y social de la sociedad patriarcal heredada de la cultura occidental, no sólo judeo cristiana, sino también de la tradición grecorromana. Sin duda lo que hace falta es una revolución política para que la mujer deje su condición de paria. Es a través de la activa participación revolucionaria en la vida política, trabajando por un proyecto liberador de la sociedad en su conjunto donde el cambio se hará por fin realidad. 
BEATRIZ: ¿Pueden las mujeres, desde las artes (aquí incluyo en mayúsculas la literatura), producir el cambio? 
PALOMA: Por supuesto que lo considero es más pienso que es una obligación o un deber efectuarlo en la medida que cada una de nosotras pueda hacerlo sea artista o no. Es una revolución pendiente y pacífica en la que las artes las incluyo todas en igual preponderancia revelen una crítica profunda de la sociedad en la que vivimos en una continua rebelión que positive ese cambio y se propague. 
VIVI: Puede producirlo, sí, de hecho “El segundo sexo” (Le Deuxième Sexe) de Simone de Beauvoir, allá por 1949 fue una revolución en las conciencias femeninas y masculinas de los intelectuales de la época. Pero el alcance que podemos tener desde las artes o de la literatura siempre es limitado a un círculo estrecho de quienes tienen la posibilidad de clase de acceder a estos textos. La verdadera revolución de las conciencias está en la calle, en la política pura y dura. La lucha contra la desigualdad de género debe estar hermanada con la lucha contra toda la desigualdad, política, social, económica, cultural, racial, homófoba. Es en el marco del respeto de los derechos humanos fundamentales donde debemos trabajar a todos los niveles de la sociedad (lo cual incluye por supuesto la literatura y las artes en general) para acabar con la lacra del individualismo exacerbado por las condiciones del capitalismo neoliberal, del machismo como un mecanismo más de opresión de un grupo social por otro. 
BEATRIZ: A través del estereotipo de “mujer” que nos desfigura y desdibuja en el ámbito de la literatura, ¿qué consideración merece la palabra: “poetisa”?   
PALOMA: Precisamente ese es el problema que tenemos que responder a un estereotipo que nos ha marcado que nos marcan intelectualmente y físicamente e incluso por nuestra edad estamos sometidas a mayor presión que los hombres en cualquier actividad que desarrollemos. Tenemos que ser perfectas  abarcarlo todo, sin permitirnos errores y sintiéndonos culpables si damos la talla al cien por cien trasformadas en superfeminas y precisamente por esto algunas mujeres emulan el estereotipo o arquetipo masculino agresivo y triunfador. Para mí la consideración poeta mujer poeta hombre es la misma puesto no hago distinción alguna en razón de sexo ni en razón de cualquier otra vocación o trabajo, mi reflexión me lleva a que el talento ni la dedicación es una cuestión  hormonal.  Si es distinto la sensibilidad (aunque ésta formulando una pregunta ¿No es materia que corresponde a cómo nos han educado conforme a los roles y comportamientos?  Aunque en el fondo la mujer explora inquisitivamente, expresa sus emociones interiores más libremente y además es más intuitiva. Hombres y mujeres estamos hechos para complementarnos no para conquistarnos. 
VIVI: La palabra poetisa jamás me ha gustado, en realidad no suelo usarla. Me gusta más utilizar el neutro, “poeta”. Mujeres y hombres poetas, cuyo arte es la poesía. Cuando pienso en el oficio de poeta me digo: “hablemos de poesía, no importa si quienes las escriben son mujeres, u hombres, o no se consideren ni lo uno ni lo otro, pero sobre todas las cosas, hablemos de la poesía”… | BEATRIZ GIOVANNA RAMÍREZ 

sábado, 6 de agosto de 2011

Antônio L. Ros Soler: “La poesía es una forma de respiración”


Especial para Media Isla. © Copyright

BEATRIZ GIOVANNA RAMÍREZ |«La poesía es una amalgama de experiencia e imaginación; pues, con datos imaginarios se complementan las circunstancias sobre las que se desea escribir»  
A Antônio L. Ros Soler lo conocí en el Encuentro Internacional Homenaje a Miguel Hernández en el 2010. Al escucharlo y leerlo se puede comprobar que “la poesía no sólo llena de esperanza la determinación de seres comprometidos en la entrega solidaria, más bien colma el anhelo de lucha como herramienta de emancipación humana frente a la explotación del ser humano, frente al crimen y la injusticia”. 
Es autor del libro Poesía…, Es: (ensayo sobre poesía que ha sido requerido en Grecia como libro de literatura didáctica sobre poesía para las escuelas públicas griegas, Edit. AHKTM, Atenas, 2006); y es coautor de tres libros colectivos de poesía: En memoria de Juan Ramón Jiménez (Edit. Casa Cultura Ayuntamiento Moguer, Huelva, 2008),  Escorza, concurso poético (Barcelona, 2009), Miguel Hernández, hombre y poeta (Edit. Anuesca, Alicante, 2010), I Gira Internacional en homenaje al Centenario del nacimiento de Miguel Hernández (Edit. POETAP, Tarragona, 2010), y El espejo de papel (Edit. GLE3C, Madrid, 2011).
Colabora en revistas de publicación poética, entre las que destaca Encuentros Literarios de Tres CantosAteneo Poesía y Versos Pintados (M), Anuesca (A), Miscelania Poética (BU), Escorza Literaria (B), donde le han publicado algunos poemas; así como con artículos de opinión y análisis político en la revista Sistemas (M), y diversas revistas por Internet sobre poesía y prosa, ensayos, artículos y relatos, entre las que destacan Poetas del Mundo yPoetas de la Tierra y Amigos de la Poesía, organizaciones de ámbito internacional.
¿Cómo se hace un poema? 
—Bueno, para mí, hacer un poema es apelar a la energía de los sentimientos; ya que el lenguaje es un vehículo, un instrumento que nos sirve para concretar, para hacer visible y comunicable esa energía. Opino que, desde Homero hasta nuestros días, el objeto concreto nacido en y del lenguaje es el poema. 
¿Y hacer poesía, qué es? 
—Hacer poesía es un modo de vivir y de advertir el mundo que nos rodea; escribirla es transformar en música verbal nuestros sentimientos y decir, mediante la palabra sintetizada, lo que nos ocurre todos los días, que nos conmueve. Poesía es, pues, el lugar donde todo sucede; a semejanza del amor, del humor, del suicidio y de todo acto profundamente subversivo, la poesía se desentiende de lo que no es su libertad y su verdad. 
¿Podría circunscribirse a la definición de poesía de Carmen Conde, La poesía es el sentimiento que le sobra al corazón y te sale por la mano”? 
—En primer lugar, desde el corazón no se siente poesía, ni se piensa poesía; no se piensa nada. Todos sabemos que el corazón es un órgano que cumple una función ¿electro-mecánica?… Y es un tópico al que se recurre, supongo, como elemento simbólico. Hacer poesía es una manera de transmitir nuestros sentimientos, al igual que un músico lo hace con sus notas y sus acordes, o un pintor con sus pinceles componiendo sobre el lienzo y un escultor con sus manos, sus pies u otros órganos que den movilidad externa a lo que su mente percibe e imagina. También se le llama “poesía” a estas formas de expresión; pero, para centrarnos, sabemos lo que decimos al hablar de Poesía: no cabe duda que nos referimos a una forma de sentir escrita o hablada. 
¿Cuáles han sido sus influencias en la poesía? 
—Recuerdo que desde que yo era niño, mi madre me leía obras en verso de Lope de Vega, de Quevedo, de Azorín y, sobre todo de Samaniego y sus famosas fábulas, e incluso con la lectura precoz y rocambolesca de muchos capítulos de El Quijote, que entre la Escuela y mi casa yo intercalaba con mi febril afición a leer ‘tebeos’, especialmente sobre aventuras de caballerías (aquella ‘trilogía de adoctrinamiento’ pseudohistórico: ”El guerrero del antifaz”, “El Jabato”, “El capitán Trueno”…) , despertaron mi afición por la literatura. Después, durante la pubertad, todavía años grises-oscuros de nuestra larga postguerra fascista, lecturas de Juan Ramón Jiménez, Del Valle Inclán, Rosalía De Castro, Espronceda, Rubén Darío, Azorín, que seguían viniendo a mis ojos de la mano de mi progenitora, fueron reforzando mi inquietud poética y mi interés por descubrir verdades dichas en versos: Antonio Machado, Aitolaguirre, Jorge Guillén, Vicente Alexandre, Pablo Neruda, Gabriel Celaya, Miguel Hernández, León Felipe, Rafael Alberti, José Hierro, Mario Benedetti…; más recientes: Alberto Guirri, Luis Cernuda, Vicente Huidobro, Juan Goytisolo, José Ángel Valente, Paco Brines, Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina… Todos influyeron, unos una pizca menos que otros; pero todos dejaron en mí su huella indeleble. 
¿Cuáles poetas han marcado su poesía? 
—Efectivamente, fueron Celaya, y sobre todo el oriolano Miguel Hernández, dos de los poetas que más han marcado mi vida sindicalista y mi anhelo de escribir poesía. Tal vez la proximidad de ambos con mis líneas genealógicas ascendentes, pudieron haber influido en mi especial admiración por ellos (Celaya, guipuzcoano, como mi madre; Hernández, alicantino, como mi padre, que combatió a su lado defendiendo la República, la libertad y los derechos civiles)… Sólo por esto ya hubiera sido suficiente, pero también por muchas otras razones de peso, ¡qué podría opinar yo de ellos dos que no fuera un emocionado y rotundo grito de libertad!… 
— ¿Quién era Miguel Hernández?  
Miguel Hernández, cuya vida ejemplar como hombre y poeta es incuestionable, llevó hasta sus últimas consecuencias su compromiso social y revolucionario en España, situándose al lado de la II República y combatiendo contra la sedición fascista de aquellos generales traidores incluso desde las trincheras. Desde que toma partido para defender la legalidad democrática vigente, toda su obra literaria es al mismo tiempo un cajón de dinamita y una potente voz del pueblo en llamada permanente a la lucha de la causa obrera, contra los yugos que el fascismo nos quiso imponer (“yugos que habréis de romper, jornaleros, sobre sus espaldas”, que él mismo escribiera), proclamando un futuro de amor y de esperanza. 
¿Es la armonía sensorial un reflejo de nuestras sensaciones para construir versos? 
—De la asociación de ideas semejantes y diferentes surge la ‘imagen poética’. Y los sentidos desempeñan ese papel primordial en su elaboración y permanecen expuestos a nuestras sensaciones… Como nos dijo Voltaire: “La imaginación reúne varios objetos distantes”. El poema se construye uniendo los hilos ocultos que existen entre las cosas diferentes, y que solo éste (el poema) puede conjugar gracias a la imagen, mecanismo que aglutina precisamente dos elementos alejados para provocar una nueva significación. Esos dos elementos pueden pertenecer a otras dos realidades o dos órdenes sensoriales distintas que, fusionadas, dan lugar a una tercera. 
Así pues, ¿deberíamos encontrar cierta predisposición?… 
—La poesía es una amalgama de experiencia e imaginación; pues, con datos imaginarios se complementan las circunstancias sobre las que se desea escribir.   
¿Cómo? 
—Pues, que exploremos nuestros pensamientos y los profundicemos hasta ser lo más auténticos posibles; que conservemos vivas nuestras ideas, y miremos el mundo con el asombro, con la inocencia del niño que fuimos, con simplicidad, para poder trasladar esa mirada, esa visión, a nuestra estructura adulta; que evitemos, en suma, las ideas preconcebidas y seamos lo más espontáneos posible. 
¿Desde dónde escribir? 
—Vemos un paisaje con nitidez; evocamos a un ser que ya no está entre los vivos y nos enfrascamos en un periplo sobre la muerte… Sentimos un centelleo, como si un rayo hiriera la tierra mojada que pisamos, el envolvente horizonte que nos conmueve, y nos temblaran los pies, y nos asomara acaso una lágrima… Son algunos lugares posibles desde los cuales puede provenir un poema. A dichas vicisitudes también podemos implicar algunas variantes como la de una circunstancia inmediata. Podemos vivir permanentemente ‘atacados’ por las circunstancias, captando mensajes a cada momento (como la experiencia de una separación matrimonial prolongada, o la experiencia de una convivencia no deseada, traumática; o el descubrimiento de un amor nuevo que creíamos imposible; o dos amores, o tres… O el miedo, el temor a volver a repetir las mismas vivencias negativas), con distintos grados de intensidad y, aunque no lo escribamos, la necesidad está siempre latente en ambos casos. Somos muy sensibles, nuestra susceptibilidad es tan extrema que escribir poesía es para nosotros un acto de salud. En este sentido, la poesía es una forma de respiración; a veces pareciera que es parte de nuestra propia existencia vital: el alimento. 
¿Y esa necesaria reflexión para escribir poesía? 
Mira, Beatriz, escribimos cuando nos concentramos en nosotros mismos, desconectándonos de lo que nos rodea y meditamos, reflexionamos, nos hacemos planteamientos, se los hacemos al mundo y a los seres que amamos u odiamos, a los valores perdidos: la libertad, la justicia, la fraternidad, la solidaridad, la honestidad, la ética, la lucha de clases, la verdad… la valentía. 
De tal manera que hacer poesía puede llenarnos… ¿Hasta qué punto? 
—Todo es posible en nuestra imaginación; esa savia envolvente e interina a la vez que es el jugo utópico de un poeta, no halla el final del manantial, no se agota si penetras en esa sima inspiradora que solemos denominar ‘musas’. Por ejemplo, Bob Dylan, quien inspirara en mi juventud aquellas emociones de luchador estadounidense, escribía en servilletas de papel o mientras viajaba en automóvil; el británico Leonard Cohen podía tardar diez años en escribir un poemario, como le pasó con “A thousand kisses deep”, de cuyo libro encargó unas sesenta versiones y la definitiva fue la quinta; todavía se ofrece en las ondas musicales… Debo recalcar que escribir poesía es considerar una idea, destilarla; y, durante ese proceso, cada fibra de nuestro ser debe tender hacia esa escritura. José Agustín Goytisolo, en “Sin saber cómo”, de su poemario Palabras para Julia y otras canciones, nos aporta una de sus acertadas definiciones: “Entre el tumulto/ de las otras voces,/ oí su voz, la única/ que ansiaba./ Llegó como un relámpago,/ bruñida espada, pura/ rosa perenne./ Yo la esperaba, y ella,/ la vieja voz del pueblo,/ volvió a sonar en mí,/ sonó, sonó, porque/ también el sordo oye/ la campana que ama.”///